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lunes, 17 de octubre de 2011

Temen ola de refugiados por narco

Distrito Federal.- El gobierno de Estados Unidos debe prepararse ante una posible oleada de refugiados mexicanos que huyen de la violencia, debido a que México pasa por las mismas condiciones que experimentaron países como Colombia y Perú antes de expulsar a miles de personas por sus respectivas narcoguerras.
Esa es la advertencia y conclusión a la que llegó Paul Rexton Kan, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos del Pentágono, profesor del Colegio de Guerra del Departamento de Defensa estadunidense y ex asesor antinarcóticos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán.
El reporte, de más de 50 cuartillas y uno de varios producidos en recientes semanas por círculos militares y académicos estadunidenses sobre México, destaca que desde 2006 se ha incrementado sustancialmente el número de mexicanos que acude a la frontera norte para pedir asilo político: en 2008, 2 mil 500 mexicanos presentaron solicitudes formales de refugio.
“Esa es una cifra muy superior a los 179 registrados en 2007 y los 54 de 2006”, indicó Kan, quien mencionó un incidente ocurrido en abril de 2010, cuando 30 personas del poblado El Porvenir, en el norte de Chihuahua, se dirigieron en masa a la garita en Fort Hancock y pidieron asilo.
Habían sido amenazados por un cártel de la droga que pedía una “cuota de protección” de 350 pesos por cada niño del pueblo.
“Dada la creciente brutalidad de los cárteles, la pregunta es si el gobierno de Estados Unidos debe comenzar a prepararse para lo que podría ser una nueva ola de migrantes que vienen de México”, advirtió Kan, quien acuñó el término narcorefugiados para referirse a este nuevo tipo de solicitante de asilo político.
Después de realizar un viaje de investigación por la frontera entre México y Estados Unidos a instancias del Ejército estadunidense, Kan presentó la semana pasada los resultados de su análisis a los altos mandos militares, a los que dejó en claro: las señales de una posible ola migratoria desde el sur al norte están en proceso de consolidación.
“La competencia por áreas clave del narcotráfico que se ve en México ha producido movimientos masivos en otros países que han experimentado algo similar, sea Colombia y Perú en los años 80 o Myanmar en los 90”, consideró el analista. “La posibilidad de una migración masiva de narcorefugiados de México sobre una frontera terrestre podría ser un reto para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
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En el informe se advierte que el número verdadero de narcorrefugiados en Estados Unidos es muy probablemente mayor al reportado oficialmente, pues muchos mexicanos han cruzado la frontera y ahora viven con visas de turistas sin acudir ante las autoridades por miedo a la deportación.
“Analistas mexicanos calculan que quizá unas 200 mil personas huyeron de Ciudad Juárez a otras partes de México o Estados Unidos. Unas 124 mil habrían buscado en El Paso, usando visas B1/B2 que les permiten visitas temporales a Estados Unidos”, expuso.
Durante su investigación, para la que se entrevistó con funcionarios y académicos de ambos países, Kan identificó varios tipos de narcorrefugiado, desde el conocido como “inversionista” —que, con mayores recursos, ha decidido mudarse a Estados Unidos— y el refugiado anónimo, que no ha dado a conocer su situación, hasta el asilado formal, además del profesionista que ha cruzado legalmente.
El investigador consideró que hay una falta de claridad en la política estadunidense hacia los narcorrefugiados mexicanos, a los que se suelen exigir condiciones prácticamente imposibles de cumplir para probar sus condiciones como perseguidos.
La razón detrás de esta negativa: evitar abrir las compuertas de Estados Unidos a una oleada que podría llevar a un incidente de migración masiva, como los experimentados por ese país en la década de los 90 con la crisis de los balseros cubanos y los refugiados haitianos.
“(Pero) negar las peticiones de asilo y regresar a los solicitantes a México, donde podrían ser asesinados, representa un golpe al corazón de valores estadunidenses de justicia y humanitarismo”, indicó el especialista.

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